viernes, 26 de junio de 2009

Elecciones del 28 de Junio de 2009



Con nuestra historia, con nuestro sufrimiento y por todos los caídos en la lucha por una patria justa, libre y soberana. Este hecho-simbolo es más que suficiente..
“Son tantas las cosas que hemos llevado adelante que yo no podía negarme y hacerme el difícil. Si hoy me toca ir al Congreso a defender este proyecto, lo hago apasionadamente como militante. Por los compañeros que no están, por las Madres y Abuelas, por los pibes y las pibas”
“Vayamos al cuarto oscuro sabiendo lo que este domingo está en juego, que ésta no es una elección cualquiera. La conciencia tiene que dar una respuesta nacional y popular como en el ’46, en el ’73 y en 2003”
Nestor Kirchner, cierre de campaña en La Matanza

martes, 16 de junio de 2009

NI olvido ni perdón

el 16 de Junio de 1955 la aviación de la marina y de la "aeronáutica" bombardean la Plaza de Mayo y sus alrededores dejando más de 300 muertos y 2000 heridos.
Gonzalo Chaves en su libro "La masacre de Plaza de Mayo" escribe por primera vez en más de cincuenta años los nombres de la mayoría de las víctimas (y la de sus asesinos) que sugestivamente fueron silenciados, ocultados durante todos estos años.
"Trescientos muertos y ni un solo nombre".
"Trescientos es sólo un número-subraya el autor- la muerte de cada uno de los caídos en Plaza de Mayo es la tragedia".
También se pregunta: ¿Fueron las bombas y la metralla lanzada sobre la población civil el bautismo de fuego de la aviación argentina?
Una parte importante del pueblo se acercó a la Plaza de Mayo para defender a su gobierno y a su líder, se pusieron codo a codo con los milicos leales y empujaron los tanques y los cañones que no querían avanzar, iban armados con su coraje y su dignidad, con palos y armas de bajo calibre frente a los Gloster tripulados por los cacciatori, massera y zabala ortiz.
Un gran homenaje desde acá para todos los héroes hasta hace poco anónimos en la persona de
"Carlos Anibal Rodriguez, obrero panadero, herido en la pierna izquierda por una esquirla de bomba".

sábado, 13 de junio de 2009

1956 ... los fusilados


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Caídos del 9 al 12 de junio de 1956 9/6/1956 en La Plata
Cro. Ramón Raúl Videla
Cro. Carlos Irigoyen
Cro. Rolando Zanetta
10/6/1956 en Lanús
Tte. Cnel. José Albino Irigoyen
Cap. Jorge Miguel Costales
Cro. Dante Hipólito Lugo
Cro. Norberto Ross
Cro. Osvaldo Alberto Albedro
Cro. Clemente Ross

10/6/1956 en Basural de José León Suarez
Cro. Carlos Alberto Lisazo
Cro. Nicolás Carranza
Cro. Mario Brión
Cro. Vicente Rodriguez
Cro. Francisco Garibotti
Cro. Aldo E. Jofré
Cro. Miguel Angel Mauriño ( en A.C.A. )

11/06/1956 en Campo de Mayo
Cnel. Eduardo Alcibiades Cortinez
Cnel. Ricardo Santiago Ibazeta
Cap. Nestor Dardo Cano
Cap. Eloy Luis Caro
Tte.1° Jorge Leopoldo Noriega
Tte. Nestor Marcelo Videla

11/06/1956 en La Plata
Tte.
Cnel. Oscar Lorenzo COGORNO
11/6/1956 en Escuela de mecánica de Ejercito Buenos Aires
Subof. Ppal. Miguel A. Paolini
Subof. Ppal. Ernesto Gareca
Sgto. Hugo Eladio Quiroga
Cabo. Jose Miguel Rodriguez

11/06/1956 Penitenciaría de Buenos Aires
Sgto. Ayud. Isauro Costas
Cabo 1° Luciano Isaias Rojas
Sgto. Ayud. Luis Pugnetti

12/06/1956 en la Penitenciaría Nacional Buenos Aires
Gral de División Juan José VALLE

La Plata
Sub.
Tte. Res. Alberto Juan Abadie
Soldados Conscripto D. Blas Closs
Ofic. Insp. Policía Rafael Fernández
Carta del General Valle a Aramburu
Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego friamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí, bastaba. Pero no, han querido escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas en los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí está inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes, me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, ¡hasta ellas!, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos.Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones. La palabra "monstruos" brota incontenida de cada argentino a cada paso que da.
Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclamada radial comenzó por exigir respecto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos ni un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95 por ciento de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningun hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro pueblo. Todo el mundo sabe que la crueldad la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para liberarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por ese método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
Como cristiano me presento ante Dios, quien murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y, como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos, no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conocerá algún día esta carta y la proclama revolucionaria, en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con las que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria.

viernes, 12 de junio de 2009

La más maravillosa música



Plaza de Mayo - 12 de Junio de 1974
Compañeros:
Retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la
responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.
Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también
sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible.
Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro lado al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamas otra causa que no sea la causa del pueblo.
Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros
conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.
EI Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos.
Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa
responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden
manejarnos con el engaño y con la violencia. Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia,impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. No queremos que nadie nos tema;queremos, en cambio, que nos comprendan. Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer. Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria.
Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los
aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo.
Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que
nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie.
Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se
transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.
Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender.
Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana.
Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza.
Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito.
Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el ultimo aliento.
Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.

miércoles, 10 de junio de 2009

Operación Masacre

La primera noticia sobre los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 me llegó en forma casual, a fines de ese año, en un café de La Plata donde se jugaba al ajedrez, se hablaba más de Keres o Nimzovitch que de Aramburu y Rojas, y la única maniobra militar que gozaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura siciliana....
Hay un fusilado que vive. No sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No sé por qué pido hablar con ese hombre, por qué estoy hablando con Juan Carlos Livraga. Pero después sé. Miro esa cara, el agujero en la mejilla, el agujero más grande en la garganta, la boca quebrada y los ojos opacos donde se ha quedado flotando una sombra de muerte. Me siento insultado, como me sentí sin saberlo cuando oí aquel grito desgarrador detrás de la persiana. Livraga me cuenta su historia increíble; la creo en el acto. Así nace aquella investigación, este libro. La larga noche del 9 de junio vuelve sobre mí, por segunda vez me saca de “las suaves, tranquilas estaciones”.....
Una de mis preocupaciones, al descubrir y relatar esta matanza cuando sus ejecutores aún estaban en el poder, fue mantenerla separada, en lo posible, de los otros fusilamientos cuyas víctimas fueron en su mayoría militares. Aquí había un episodio al que la Revolución Libertadora no podía responder ni siquiera con sofismas. Ese método me obligaba a renunciar al encuadre histórico, en beneficio del alegato particular. Se trataba de presentar a la Revolución Libertadora, y sus herederos hasta hoy, el caso límite de una atrocidad injustificada, y preguntarles si la reconocían como suya, o si expresamente la desautorizaban. La desautorización no podía revestir otras formas que el castigo de los culpables y la reparación moral y material de las víctimas. Tres ediciones de este libro, alrededor de cuarenta artículos publicados, un proyecto presentado al Congreso e innumerables alternativas menores han servido durante doce años para plantear esa pregunta a cinco gobiernos sucesivos. La respuesta fue siempre el silencio. La clase que esos gobiernos representan se solidariza con aquel asesinato, lo acepta como hechura suya y no lo castiga simplemente porque no está dispuesta a castigarse a sí misma. Las ejecuciones de militares en los cuarteles fueron, por supuesto, tan bárbaras, ilegales y arbitrarias como las de civiles en el basural. Los seis hombres que al mando del coronel Yrigoyen pretendieron instalar en Avellaneda el comando de Valle y a quienes se capturó sin resistencia, son fusilados en la Unidad Regional de Lanús en la madrugada del 10 de junio. El coronel Cogorno, jefe del levantamiento en La Plata, es ejecutado en los primeros minutos del 11 en el cuartel del regimiento 7. El civil Alberto Abadíe, herido en la refriega, es previamente curado. Recién el 12 al anochecer está maduro para el pelotón, que lo enfrenta en el Bosque. El 10 de junio a mediodía son juzgados en Campo de Mayo los coroneles Cortínez e Ibazeta y cinco oficiales subalternos. El tribunal presidido por el general Lorio resuelve que no corresponde la pena de muerte. El Poder Ejecutivo salta olímpicamente sobre la “cosa juzgada” y dicta el decreto 10.364 que condena a muerte a seis de los siete acusados. La orden se cumple a las 3.40 de la madrugada del 11 de junio, junto a un terraplén. Al mismo tiempo se fusila en la Escuela de Mecánica del Ejército a los cuatro suboficiales que momentáneamente la habían tomado, y en la Penitenciaría Nacional a tres suboficiales del Regimiento 2 de Palermo, presuntamente “complicados”. Tiempo después hablé con la viuda de uno de ellos, el sargento músico Luciano Isaías Rojas. Me confió aquella noche del levantamiento su marido había dormido con ella en su casa. El 12 de junio se entrega el general Valle, a cambio de que cese la matanza. Lo fusilan esa misma noche. Suman 27 ejecuciones en menos de 72 horas en seis lugares. Todas ellas están calificadas por el artículo 18 de la Constitución Nacional, vigente en ese momento, que dice: “Queda abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos”. En algunos casos se aplica retroactivamente la ley marcial. En otros, se vuelve abusivamente sobre la cosa juzgada. En otros, no se toma en cuenta el desistimiento de la acción armada que han hecho a la primera intimación los acusados. Se trata en suma de un vasto asesinato, arbitrario e ilegal, cuyos responsables máximos son los firmantes de los decretos que pretendieron convalidarlos: generales Aramburu y Ossorio Arana, almirantes Rojas y Hartung, brigadier Krause.